Mañana es el día de Trump.
Sus ambiciones imperialistas de anexionarse Canadá, Groenlandia o el canal de Panamá acaban con su imagen no belicista y su perfil aislacionista.
Trump, Musk y sus amigos, dueños de las más importantes empresas tecnológicas, intentarán derribar el orden internacional, si es que algo queda de él tras las matanzas de Gaza y Líbano. Afectará a instituciones como la ONU o la OTAN y a acuerdos internacionales heredados como el acuerdo de París.
No me parecen ocurrencias o desvaríos de inexpertos actores en la comunidad internacional. Son posturas muy meditadas de los dirigentes de la primera potencia mundial que mantiene su hegemonía en el ámbito del potencial militar, tecnológico, cultural, energético y un largo etcétera.
Y desde la Unión Europea contengamos la respiración. Intentarán debilitar a Bruselas (UE) dividiendo todo lo posible a los veintisiete. Cortejará a los afines (Orban, Meloni,...) y castigará a sus enemigos ( entre ellos el presidente Sánchez) para desprestigiar el proyecto común de la UE. Intentará resolver el conflicto de Ucrania dando el Donbás y la península de Crimea, de forma definitiva, a su amigo Putin.
Y para asombrarnos de forma definitiva en su toma de posesión, mañana, veremos a personajes como Bukele (presidente de El Salvador), Noboa (presidente de Ecuador), Milei (presidente de Argentina), Meloni (presidenta de Italia), Orban (presidente de Hungría), Farage (líder ultra de Reform UK), Eric Zémmour (líder del partido francés ultra Reconquista).
No podrá asistir Bolsonaro, al que no le dejan salir de Brasil.
Y, junto a todos ellos, nuestro compatriota Santiago Abascal, líder de Vox y de la ultraderecha española.
Estos, a los que habría que añadir Netanyahu (presidente de Israel con una orden de detención por crímenes de guerra del Tribunal Penal Internacional ) son los compañeros de viaje de Trump en esta etapa de cuatro años que mañana empieza.
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Santiago Casajus Aguado.